jueves, 25 de febrero de 2010

La web redefine el concepto de calidad en contenidos

El concepto de calidad que imperó siempre en los medios tradicionales se ha desdibujado en Internet. La constante necesidad de velocidad de resultados resta importancia a la autoridad de la fuente... en términos generales.
¿Internet mató la calidad? ¿O le dio una nueva definición? La pregunta, y el intento de contestarla, corresponde a Michael Learmonth, quien cree que Internet mató la calidad si la definimos por los cánones que rigen para la televisión, el cine, el periodismo y la literatura: altas formas de información y entretenimiento que las marcas apreciaban y pagaban mucho dinero para mostrar en ellas su publicidad. Al principio, dice el columnista de AdAge, la cuestión era ver cómo se transfería a la web la economía que sostenía la definición de calidad para los medios offline. Pero después de años de fracasar, la web está recableando todo el concepto de calidad, o al menos la percepción de calidad entre los consumidores y las marcas que soste¡ienen el contenido. Las editoriales piden calidad desde hace años entendiendo que les daría ventaja frente a los advenedizos en la red. Los usuarios la piden y las marcas siempre desean el entorno selecto que puede conferir la calidad. Pero se topan con dos tendencias que parecen inexorables. Los públicos que no buscan calidad con demasiado interés están cada vez más acostumbrados a los medios tradicionales en la web. Al mismo tiempo, agencias y anunciantes adoptan tecnologías que les permiten dirigirse a personas individuales con independencia de los medios, restando cada vez más importancia a la marca de los medios. Cada vez más, los generadores de contenido están modificando su producto para satisfacer la demanda de tiempo real y en busca de algo de presupuesto publicitario. Es una nueva frontera en el ámbito de los contenidos, que creció con una idea mucho menos directa de oferta y demanda. Los noticieros – deficitarios siempre -- eran sostenidos por los programas de las horas pico. La cobertura que los medios hacían, por ejemplo, de los premios Pulitzer, era financiada por las secciones de autos o de propiedades inmuebles. Ahora, en cambio, cada pieza de contenido, texto y video, es juzgada por sí misma, con independencia del noticiero, diario o programación. Lo que es más, los que la ven no suelen elegir lo que en el mundo offline se llamaría “calidad”. En opinión de Rob Norman, CEO de Group M, “hoy parece premiarse más la popularidad que la autoridad”. En este nuevo mundo, entonces, los viejos medios hacen frente a una competencia confusa. Es más valioso para una persona que busca esta información: ¿un ensayo sobre lactancia escrito por un experto o el relato de una madre que ha amamantado a tres bebés? ¿O la reseña de un libro hecha por un lector de Amazon o escrita por el columnista del New York Times?
A medida que los consumidores se sienten más agusto juzgando contenido separado de las marcas, comienza a aparecer una nueva percepción de valor. "Hoy la gente se siente más cómoda con información de fuentes que no conoce," dice Patrick Keane, CEO de Associated Content, que ha publicado casi dos millones de piezas de contenido optimizado para búsquedas. "Para mí, la calidad se está moviendo hacia un centro de utilidad en oposición a un centro arbitrado por un grupo de profesionales." Tal vez el ejemplo máximo de esto sea Twitter. Con toda seguridad 99,9% de los textos no tengan prácticamente nada de valor para nadie salvo el que lo escribió. Pero ese tweet con un dato clave, en el momento justo y bien dirigido, puede ern un momento determinado ser una pieza de contenido valiosísimo para una determinada persona en un determinado momento. Las grandes marcas son las que menos necesitan de la autoridad de los medios, y ciertamente muchas se están adaptando a un mundo con menos medios viejos y están produciendo contenido propio. No sorprende que la compañía de medios más exitosa de esa nueva era – Google – no produce medios en el sentido estricto, pero dirige a la gente a la información correcta en el momento correcto y saca una tajada de la transacción. ¿Podrá una editorial producir contenido original en una escala rengabla en la web?Aol se reposicionó como empresa de contenidos y está tratando de averiguarlo. “Creo que estamos en las primeras etapas de definir que es calidad para Internet," dijo su CEO Tim Armstrong. "Hoy, en internet, uno prefiere velocidad antes que calidad, pero en el futuro no habrá que hacer esa elección, tendremos calidad y velocidad."
Fuente mercado.com.ar

lunes, 15 de febrero de 2010

Las características de la Web 3.0

Se entiende que la capacidad para comunicarse en tiempo real, vía web, a través de redes de personas con intereses similares, constituye el segundo capítulo de Internet. Dicho de otro modo, Web 2.0.
Pero, según dice Michael Fleischner en Marketingscoop, ya aparece en el radar la web 3.0 en todos los sitios que están tomando en cuenta la conducta del usuario para definir la experiencia online que le van a dar. La Web 3.0, dice, consiste en mejorar la experiencia de los visitantes y ayudarlos a tomar rápidamente las decisiones adecuadas (aunque con suerte, serán adecuadas para el usuario). Pues ahora que Internet ha crecido en forma impresionante y hay millones de millones de páginas con información, conseguir la que buscamos se ha vuelto un verdadero desafío. En el siguiente capítulo de la Web – el 3.0 -- las actividades de los usuarios se analizan en detalle. Esas actividades incluyen una cantidad de conductas como comportamiento en el sitio, historia de compras, frecuencia y tamaño de pedidos, gustos y preferencias exhibidas al navegar la web. Además de recolectar información en tiempo real, la Web 3.0 es lo suficientemente flexible como para permitir a los comerciantes electrónicos integrar la historia del usuario – compras anteriores, preferencias y acciones con respecto a promociones y otros acontecimientos. Eso permite a los proveedores o minoristas online crear perfiles de usuario únicos sobre la base de esas historias, preferencias y conducta individual para generar recomendaciones personalizadas. Esas recomendaciones se hacen sobre datos reales que son exclusivos de esa persona. Actualmente se aprovechan las recomendaciones de otros, una inteligencia que no funciona para todos porque no toma en cuenta las preferencias personales y la conducta de compra del individuo. Esa característica tan particular de la Web 3.0, la capacidad de analizar en forma anónima y segura la conducta de cada visitante a un sitio web, es un punto que preocupa a los que plantean temas de privacidad, pero lo cierto es que hay muchos conceptos de un motor de recomendación que ya están funcionando y que no son tan temibles, opina Fleischner.El tema no es tanto analizar la conducta sino cómo se lo hace. Por ejemplo, si una persona compra un par de vaqueros cada dos años y el vendedor online conoce su hábito, no le enviará mail todos los días sino cuando sabe que puede estar pensando en comprar el otro par. Ese tipo de inteligencia puede hacer la experiencia de compra mucho más beneficiosa para el usuario final y más económica para el comerciante.

Fuente: Mercado.com